Creo que estaba jugando al balon. No recuerdo como acabe en el suelo, lo que si recuerdo es este muchacho que me pisaba suavemente el pie y me ofrecia la mano.
Yo le di la mano y sin esfuerzo me puso en pie en un instante.
Me llamo mucho la atencion, sobre todo la tecnica. Con el pie me pisaba y aseguraba que mis pies no se iban a mover, y con una leve inclinación del cuerpo hacia atrás me impulsa hacia arriba.
Me pregunto: “Estas bien?” y sin esperar respuesta salió corriendo en sentido opuesto.
Esa fue la unica vez que hablamos y lo consideré amigo el resto de mi vida. Julian creo que se llamaba.
Coincidí con el Juli alguna que otra vez. En el barrio no había tanto donde elegir, pero nuestros caminos se separaron y creo que el empezó a salir por la parte alta donde se echó novia. En las cenas de la parroquia coincidimos alguna vez y siempre quise tener oportunidad de echarle una mano para devolverle el favor, pero los años fueron pasando.
Y hace unos meses, cuando me había olvidado, me entere de que se sintió mal antes de subir a la parcela, y lo llevaron a urgencias y ya se quedó en el el hospital.
No me lo contaron a mi directamente. Era una conversación que oí, pero me propuse ir al hospital a verlo.
Pasaron algunos dias y vi a su hermana. Como me gustaba su hermana de niño. Ya mayor, con sus hijas, las dos con los ojos de gato en peligro de la madre.
Sin presentarme le pregunte en que habitacion estaba su hermano, y ya me dijo que habia muerto hacia unos días.
Le di el pesame y la abrazé. Ella me conocía y me preguntó por mi madre, que ya no estaba.
Y me volví a olvidar hasta ahora. Se acaba de caer un muchacho delante mia, le he tendido la mano, lo he ayudado a levantarse y he sentido su juventud como una descarga electrica.
El muchacho se ha sorprendido de la presa firme de mi mano huesuda y la maniobra eficaz. He aprendido de los mejores.
Antes de que pudiera reaccionar, lo he mirado a los ojos y le he preguntado: “Estas bien?”