Nikté y el gorrión.

 El pajarito le enseñaba canciones y poemas al principio.

La niña decía que el pajarito le había contado y era todo tan tierno que mami le preguntaba cuando venían visitas ¿qué te ha dicho el pajarito? Subida en la mesa, tan graciosa con su vestido, recitaba mirando al techo.

Pero un día a papi se le ocurrió pedirle que le preguntara al gorrión sobre las verduras, y el pajarito dijo que las verduras son buenas.
La niña empezó a comer verduras, pero ya no hubo más poemas, las conversaciones de la niña con el gorrión empezaron a girar sobre temas más serios, hasta el punto de que cada vez que los padres pedían algo a la niña, tenían que esperar al veredicto del ave. Siempre eran respuestas sabias y coherentes, pero los padres sentían que su autoridad estaba resbalando hacia un segundo plano.

Y es así, nada puede reemplazar a los buenos consejos de los padres.

Los amigos imaginarios, los peluches amorosos y los animales  parlanchines son buenos complementos, pero nunca deben usurpar al vínculo sagrado del amor familiar.
Tomaron una decisión.

Aprovechando que la niña estaba en el colegio, subieron a su cuarto sin hacer ruido, dejaron unas migajas de pan en el alfeizar de la ventana y esperaron en silencio, conscientes de que harían lo que hubiera que hacer por el bien de su hija.

El gorrión no tardó en aparecer.

El padre dio un paso muy, muy despacio. El gorrión no hizo intención de volar, le miraba con un ojo, ladeando la cabeza.

La madre intentó agarrarle la mano pero el se deshizo muy despacio, y para tranquilizarla le dijo en un susurro:

No te preocupes.Déjame hablar a mi.


1 comentario:

Anónimo dijo...

XD