cosas de enanos ( 190 palabras x 3)

El enano que vive en el corazón y el enano que vive en la cabeza no se hablan.
Tienen horarios diferentes, cuando el enano de la cabeza duerme, el del corazón canta y baila, y cuando el del corazón hace fiesta, el de la cabeza siempre tiene algo mejor que hacer.
Si uno se deja barba, el otro se depila hasta las cejas.
Si uno quiere estar tranquilo, el otro hace ruido.
El del corazón esta tan loco, que se golpea con cualquier cosa y a veces hay que entablillarlo.
Intenta no quejarse pero a veces se le escapa algún gemido.
El enano de la cabeza asoma por un agujerito y dice:
- ¿ves, ves?
El enano del corazón no responde, y pasa mucho rato en silencio. Mucho, mucho rato, casi una eternidad.
El enano de la cabeza asoma otra vez y pregunta:
- ¿Estas bien?
Pasa otra eternidad en silencio y cuando el enano de la cabeza ya no espera respuesta, asoma el del corazón y pregunta susurrando:
-¿Y tu, estas bien?

LO DEL CAJERO

Por cierto, el enano del corazón se cogió unos días y se fue a conocer mundo.
Inquieto como es, estuvo trabajando en un cajero automático. Así se relajaba.
Contaba los billetes, imprimía saldos y calculaba comisiones. Estaba todo el día ocupado sin pensar en nada más.
Estaba a gusto, pero empezaba a aburrirse.
Volvió temeroso, porque sabía que el enano de la cabeza le iba a echar una bronca monumental.
Se encontró todo manga por hombro.
- ¿Que ha pasado aquí?
El enano de la cabeza no estaba enfadado. Lo abrazó y le dijo al oído:
- Te he echado de menos, cabroncete.

LOS GESTOS DE LOS ENANOS.

En cierta ocasión el enano de la cabeza perdió unas cartas. Pasaba el tiempo y el enano del corazón seguía sospechando que había sido a posta. Nunca hablaban del tema.
Algunas veces, cuando estaban tranquilos se miraban, y luego miraban a otro lado.
Desde aquella vez, cuando el enano de la cabeza separaba el correo, el del corazón siempre estaba presente, haciendo ver que casualmente pasaba por allí, pero golpeando con las yemas en la mesa, rítmicamente.
El enano de la cabeza manipulaba la correspondencia haciendo pinza con el pulgar y el índice, como los magos, con la camisa arremangada. Y decía:
- Una para ti, otra para mí, una para ti…
A veces el enano de la cabeza se acercaba alguna carta a la nariz, con cualquier excusa.
-¿Huele bien? Preguntaba el enano del corazón reclamándola suavemente con dos dedos.
- Otra vez será, si se pierde alguna no te preocupes, acaban volviendo.
- Ya.
- Además, no todas son buenas noticias, a lo mejor tuviste suerte.
- Ya.
- ¿Me perdonas?
El enano del corazón agarró sus cartas y mientras se iba contestó:
- Otra vez será.

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